lunes, 12 de marzo de 2012

Capítulo 4 y un cuarto y un poquito más: Coco, cintura de avispa.

Los chicos continuaron sentados alrededor de Teo. El gran baúl todavía abierto seguía siendo el centro de atención de nuestros amiguitos, no dejaban de pedir que se les mostrara más tesoros guardados.
Las pequeñas manos de Coco no dejaban de acariciar uno de los laterales del baúl. Mientras, en su cara se dibujaba una leve sonrisa.
-¿Cuántos viajes habrá hecho? ¿Cuántos lugares habrá visitado? ¿Cuántos vestidos habrá guardado? ¿Cuántas historias de príncipes y princesas no habrá visto? ¿Cuántas aventuras no habrá vivido? -Todo esto se preguntaba Coco.
De repente, Teo llamó su atención diciéndole: -¡Coco, mira! -La pequeña giró su cabecita mientras sus ojos dibujaban el vestido más bonito que jamás se podía inventar. De amplio vuelo con un gran lazo de raso blanco que rodeaba la cintura, mangas de farol y ese cuello de organza con pequeños botoncitos. Coco quedó prendada de ese vestido blanco. -Hay más, -dijo Teo. Y entre sus manos una pequeña corona de flores y unos guantes blancos completaron para Coco el vestido de novia mas bonito que jamás hubiera podido imaginar.
Coco preguntó: -¿Fue de una princesa Teo? -A lo que él respondió-: no fue de una princesa, aunque para muchos humanos fue alguien muy importante y este vestido se lo hicieron a ella expresamente. Algún día una de vosotras podrá vestirlo si así queréis. Coco sin pensarlo levantó su pequeño cuerpo diciendo: -Yo, yo, yo quiero llevarlo si puede ser.
-¿Quieres probártelo? -dijo Teo, a lo que nuestra pequeña amiga sin dudarlo un segundo no tardó en incorporarse y plantarse al lado de su sueño. Entre Dulce y Anais desabotonaron con suma delicadeza aquellas telas y vistieron a Coco.
Metió Coco sus brazos en esas amplias mangas, se colocó esos guantes que llegaban a sus codos, coronó su cabecita con las flores y mientras Dulce y Anais terminaban de acomodar el vestido cuando...
Anais y Dulce comprobaron que el vestido era tal vez bastante mas estrecho que el cuerpecito de Coco.
-No entra -dijo Anais-, no puedo. Contenía el aire Coco, forzaba las delicadas telas del vestido hacia abajo, metía barriguita y aquel preciado tesoro no conseguía colocarse en su lugar. La carita de Coco cambió y mirándose al espejo por un momento pensó que no se gustaba, pero sólo lo pensó.
Dulce y Anais la intentaron consolar. -Hay más vestidos -decía Dulce. -Pero no como este -contestaba Coco. -Hay mas bonitos -decía Anais-, yo los he visto. -Pero no como este -volvía a repetir la pequeña. Teo acariciando su pequeña cabeza le dijo: -No te preocupes Coco, hay más vestidos, de más princesas y mucho más bonitos que este, este te viene pequeño. Y Coco se volvió a mirar al espejo pensando una vez más que lo que veía reflejado en él no le gustaba. No había podido ponerse ese vestido tan maravilloso, tal vez era su cuerpo el error porque el vestido era perfecto.
Se hacía tarde para volver a casa, habían pasado las horas ensimismados con las aventuras de Teo y habían olvidado por completo la preparación del Carnaval.
Nuestros amigos decidieron dejarlo por hoy y continuar al día siguiente. Había sido un día lleno de sorpresas para los chicos y una vez más Teo les había conquistado. Todos estaban deseando llegar a casa y poder contar las aventuras que Teo había vivido en el país de los humanos. Todos menos Coco, que con la cabeza agachada durante todo el camino no dijo nada. En su mente sólo había una cosa que le preocupaba, el maravilloso vestido y su imagen reflejada en el espejo.
Continuará...

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