miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 4. Preparando el Carnaval

Todo está preparado en la aldea. Apenas unos días para que la Fiesta de la Primavera comience y con ella la aldea de los Minimundos se llenará de colores y aromas. Pero antes, al igual que en nuestro mundo, llega el momento en que nuestros pequeños personajes se disfrazarán.
En la buhardilla de la casa de Teo se guardaban todo tipo de indumentarias de lo más variopintas. Cuentan en la aldea que Teo siendo joven vivió mil aventuras fuera de la aldea y es por eso su gran sabiduría. Que incluso llegó a vivir en el mundo de los humanos y aprendió muchas cosas de ellos. Que aprendió distintos idiomas, que visitó lugares increíbles y conoció reinados allá donde los ojos pierden la visión.
Los chicos sabían que para Teo aquella buhardilla guardaba muchos tesoros y recuerdos y que no sería nada fácil convencerlo de que les dejara husmear entre sus cosas pero los chicos quisieron intentarlo.
Piruleta fue el primero que se acercó a Teo mientras sus amiguitos escuchaban atentos detrás de la puerta de la cocina. Entre dientes y en voz muy bajita Piruleta habló: -¡Teo! -dijo nuestro pequeño amigo, a lo que un silencio inundó la estancia. -¿Qué quieres pelirrojo? -contestó Teo. -Pues... que... pensábamos... que... tal vez... podría... -y así hasta un sinfín de palabrería que no conseguía definir nuestro Piruleta.
-¿Queréis subir a la buhardilla? Es Carnaval y queréis que os enseñe lo que guardo allí arriba ¿verdad? -Una vez más nuestro pequeño amiguito y todos los demás se quedaron boquiabiertos. Era increíble la capacidad de adivinar que tenía Teo, siempre sabía lo que se le iba a decir.
Los chicos esperaron la respuesta al otro lado de la puerta y después de secarse las manos Teo contestó:
-¡Vamos a la buhardilla! Tengo muchas cosas que mostraros! -Una gran sonrisa se dibujó en la carita de los chicos al igual que en la de Teo. Abrió uno de los cajones de madera que había en la habitación y sacó una pequeña caja de música. La abrió y en su interior una pequeña llave dorada de la que colgaba un trozo de corteza de árbol milenario. -¡Aquí está! -exclamó Teo.
Subiendo la segunda planta de la casa de Teo, al final del pasillo, una escalera de madera plegada les esperaba. Subieron uno a uno siendo Teo el primero de todos. Segundos más tarde, la llave abría la pequeña puerta de entrada al lugar secreto de Teo, su buhardilla...

domingo, 19 de febrero de 2012

Cachibacheria

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sábado, 11 de febrero de 2012

capítulo 3: Anais y el secreto del estanque

Una vez que Margarita contó a todos cual era su plan para devolverle la alegría a Anais, estos entendieron lo que quería que viese la pequeña princesa.
Esa noche se hizo larga para nuestros pequeños amigos, esperando a que el sol dibujara de luz el país de los Minimundos. Margarita ya estaba lista para la ocasión.
Habían quedado en el mismo lugar donde día tras día se encontraban, bajo el sauce llorón, ese mismo que bautizaron siendo aún muy pequeños con el nombre de Buah.
Buah era un sauce muy peculiar, pero vamos ahora con nuestra pequeña protagonista.
Los chicos fueron llegando poco a poco, Florita y Coco, Florihontas y por último Dulce, la cual mas bien iba tirando de Piruleta que todavía ni había abierto los ojos.
¿ Estáis preparados? preguntó Margarita. ¡Sí, lo estamos! dijeron los chicos. Pues...¡vamos!
A paso rápido se dirigieron hacía el castillo donde la pequeña Anais todavía dormía. Margarita empezó a silbar debajo de uno de los ventanales que daban al valle. Aquel silbido despertó rápidamente a la pequeña princesa que con una sonrisa se apresuró a asomar su pequeño cuerpecito por el balcón.
¿Que hacéis aquí? Es muy temprano, dijo la pequeña. ¡Baja! ¡Baja rápido! dijeron los chicos.
Tan sólo unos minutos más tarde estaban de camino al estanque. La cara de asombro de Anais era permanente, mientras los chicos con una sonrisa dibujada no podían esconder sus ganas por llegar.
El murmullo del estanque se escuchaba, ya estaban allí.
Margarita se puso frente a la pequeña princesa mientras los chicos hacían un círculo alrededor de ella y sacó de su bolsillo una hoja seca donde había algo escrito y empezó a leer:
Anais, pequeña princesa de un cuento de hadas: queremos regalarte algo muy especial, no podemos devolverte a tu mamá y sabemos que ella desde alguna nube esta presente. Anais no pudo evitar las lágrimas.
Margarita continuó leyendo. Nos ha costado mucho trabajo encontrarla, pero al final dimos con ella. Todos sabemos que es única y muy especial, que puede hacerte reír y que a su lado las horas pasan sin darte cuenta. Que en los malos momentos puedes contar con ella y que desde el momento en que la encuentras tu vida deja de ser igual. Que no te imaginarias una vida sin su presencia, su mirada y sobre todo su alegría y por eso la hemos traído aquí. Firmado: Coco, Florita, Dulce, Piruleta y yo misma, Margarita.
Los chicos miraron a Anais mientras ella les preguntaba: ¿Qué personita tan maravillosa habéís encontrado? Yo quiero conocerla. ¡Así me hará reir! y si es tan especial debe ser increíble estar a su lado. ¡Yo quiero conocerla! ¡Quiero conocerla! Anais con los ojos abiertos de par en par y agitando sus pequeños brazos se dirigía a todos sus amigos y en voz alta les dijo: ¡Qué suerte tenéis! Vosotros ya la conocéis.
Margarita, señalando hacia el estanque le invitó a que se asomara a él.
El Nenúfar Azul no se perdía detalle, todas las flores que habitaban en el estanque esperaban con asombro el gran acontecimiento.
Anais acompañada por los chicos se acercó a la orilla del estanque, no podía contener la emoción y entre temor y curiosidad asomó su pequeña cabecita.
Su imagen reflejada en las cristalinas aguas del estanque pasó desapercibida mientras su inquietud y curiosidad crecían buscando ese ser tan increíble que sus amiguitos habían encontrado.
¿Dónde está? ¿Vive en el agua? preguntas y mas preguntas hacia nuestra pequeña princesa y de repente Margarita y los chicos le contestaron. ¡Eres tú! Esa que ves reflejada en el agua es el ser especial y maravilloso que queremos en nuestras vidas, la que nos hace reír, la que siempre está ahí, la más bonita princesa de cuento de hadas. Mírate, ¡eres tú!
Anais, dijo el Nenúfar Azul, eres el reflejo de todo lo que tus amigos han dicho. No hay nadie ni buscaron a nadie porque ya lo tenían, tenían a alguien verdaderamente especial y único y esa eres tú.
Anais abrazó con sus pequeños bracitos a todos sus amigos. Entre sollozos y risas le dejaron bien claro a la pequeña princesa que para ellos era el ser más especial que habitaba el país de los Minimundos y que nunca, nunca dejarían que la tristeza se acercara a ella.
Anais,la pequeña gran princesa
Mientras, arriba, entre las nubes y sin que los chicos se dieran cuenta, se escucharon unas risas...y un pequeño murmullo le dijo a Margarita : gracias. Ella sonrió.
Y así fue como Margarita descubrió que por una vez, el mejor regalo que podía hacer y que no cabía en ningún lugar era demostrar el valor de una pequeña gran princesa y que ella descubriera que realmente así era.
Desde ese día la mirada de Anais pasó a tener un brillo muy especial y la alegría se dibujaba en su carita. Tenía algo que pocas princesas de otros cuentos podían conseguir, verdaderos amigos y eso para ella era su mayor tesoro.

lunes, 6 de febrero de 2012

Amor y las flores del jardín de la ternura



La primavera en el país de los Minimundos siempre se adelanta. El valle se inunda de aromas muy especiales ,tan sólo dura unos días y sus flores son las más simpáticas de todas las que nacen en el país y su olor hace que los habitantes de los Minimundos actúen de manera mágica repartiendo cariño y mimos. Amor es nuestra especial cuidadora del jardín de la ternura.

Capítulo 2, Anais, la pequeña gran princesa

Mamá se fue demasiado pronto, pensaba Anais mirando la lluvia a través de la ventana. No era la única vez que la pequeña princesa sentía su ausencia. Un día como el de hoy de hace algunas lunas, cuando las flores comenzaban a florecer, ese día al igual que hoy la lluvia no cesaba. Ese día en el que mamá decidió marcharse porque en el cielo necesitaban su ayuda. Cuentan que durante mucho tiempo la observaban desde arriba y que admiraban su humildad y su gran corazón y que nadie como ella podía ser la elegida para llevar esa paz y extenderla por todo el universo y contagiar de su alegría y esa preciosa sonrisa a todos los que desde arriba guardan todos los mundos incluido el mio.
Ese día llovía, llovía mucho y un batallón de ángeles bajó para escoltarla porque dicen que cuando llueve es porque bajan a por otro ángel y así sucedió.
Tal vez a través de alguna nube asome su carita de niña y vea como día a día voy creciendo y por la noche se acurruque en alguna estrella para así mirar como duermo, meterse en mis sueños y contar conmigo las flores que crecen en el valle, contarme cuentos de princesas de verdad y hacerle ese collar de flores de almendro que tanto le gustaba ver florecer cuando acababa el frío invierno.
Mamá se fue aquel día como hoy, con las mismas gotas de lluvia, el mismo olor a tierra mojada y los mismos colores grises que nunca, nunca debieron pintarse.
Las lagrimas de Anais no tardaron mucho en asomar y la pequeña princesa a través de esa ventana que daba al valle no pudo contener su tristeza.
En el país de los Minimundos al igual que en la vida real hay momentos felices y no tan felices.
Anais, la pequeña gran princesa de un cuento de hadas era una personita muy especial para sus amigos. Tal vez por eso Margarita quiso darle a conocer y que entendiera que nunca iba a estar sola y que dentro de su pequeño cuerpecito se encontraba la princesa más bonita, humilde y de gran corazón que habitaba el país de los Minimundos. Sobre todo porque para ella ser princesa era algo que se le había asignado, nunca escogido, y era extraño encontrar en este mundo una princesita tan genuina y humilde como la pequeña Anais. Sus amiguitos debían mostrarle su verdadero valor, el cuál ella no era capaz de apreciar.
¡Manos a la obra!...dijo Margarita.

domingo, 5 de febrero de 2012

Capítulo casi 2, Las tartaletas y Margarita

Los grandes ojos verdes de Florihontas se abrieron de par en par mientras embelesada miraba ese manjar llegar a la mesa. ¡Hay tartaletas! ¡hay tartaletas! ¡hay tartaletas! decía sin tragar saliva Piruleta. Con los ojos como platos todos los chicos se levantaron de sus sillas aproximando sus pequeñas "naricillas" a los dulces. Todos a la par cerraron los ojos mientras aspiraban profundamente el aroma a recién hecho de uno de sus platos preferidos, las tartaletas de mora rellenas de merengue, recién sacadas del horno, con su hojaldre calentito y crujiente.
¡Chicos!!! sentaos bien a la mesa! dijo Teo y todos disfrutaron de ese almuerzo en uno de los lugares mas bellos del país de los Minimundos, con un sol radiante y el aroma de las tartaletas de mora.
Una vez recogida la mesa y con el estomago repleto nuestros amigos decidieron ir al estanque.
Margarita tenía entre manos darles una pequeña sorpresa y apenas podía contenerse y disimularlo. Saltaba, brincaba, se rascaba la cabeza, se tocaba la barbilla, de nuevo otro salto, otro brinco y todo sin mediar palabra. Que tendrá en la cabeza? se preguntaban los chicos en voz baja, pero Margarita ni se percataba de sus comentarios, el mundo que habitaba en su cabeza era mucho más grande que el mundo de los Minimundos.
Puro nervio, Margarita era totalmente incapaz de estar quieta, un remolino de emociones, ideas y ocurrencias, capaz de cansar al más incansable, capaz de inventar lo no inventado, reutilizaba, imaginaba, creaba, estar a su lado era sorprenderte a cada instante y lo mejor de todo es que Margarita disfrutaba haciéndolo porque su único objetivo era ver en los demás esa alegría que ella desprendía.
Después de un buen rato de caminata el murmullo del agua ya se escuchaba. ¡Ya estamos aquí! dijo Margarita dando un salto en el aire y abriendo los brazos al mismo tiempo. Los chicos se miraron entre ellos y encogiéndose de brazos y observando hacía un lado y otro sin entender muy bien lo que pasaba.
No busquéis nada, el secreto está aquí. Dijo Margarita. Nuestros amigos seguían sin entender que sucedía y sus caras eran por momentos más sorprendentes.
El secreto está en el estanque! no hay que buscar nada, ni inventar nada ni crear nada, les decía Margarita mientras sus grandes ojos oscuros les intentaban convencer de sus palabras.
¡Anais!!! gritó Margarita, a lo que los chicos asentando con la cabeza y con cara de alivio le contestaron al mismo tiempo: ¡Aaaahhhh!!
De repente un silencio silencioso recorrió todo el estanque, hasta los nenúfares dejaron de moverse y el Gran Nenúfar Azul miró de reojo a Margarita con cara de asombro mientras en ella se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja.
Perdona Margarita, dijo Piruleta, pero creo que no te hemos entendido nada de nada, hasta Anais llegamos pero ¿qué tiene que ver la pequeña princesa con el estanque?
¡Está clarísimo! ¿no lo veis? decía Margarita una y otra vez mientras a los chicos una vez más se les dibujaba esa cara de circunstancia.
Tenemos que traer a Anais al estanque y que se vea reflejada en el agua. Esa es la solución.
Sentados a la orilla del estanque, incluido el Gran Nenúfar se dispusieron a escuchar aquello que tenía en mente Margarita... (continuará)

sábado, 4 de febrero de 2012

capítulo I y medio Florihontas

En lo más alto de la cima de la montaña, junto a la gruta de los Deseos vivía desde hace doce lunas la pequeña Florihontas, cabe destacar en nuestro cuento que el país de los Minimundos tiene dos lunas al año así como dos soles, llamadas la luna y el sol de Primavera y la luna y el sol  de Invierno.
Nuestra pequeña amiguita es la guardiana del país de los Minimundos, y su labor es la de proteger y ayudar a cualquier habitante de la aldea.
Nacida una noche de luna llena a orillas del estanque de los nenúfares, no fue al azar la elección el que precisamente hizo que ella fuera la encargada de proteger la aldea. De todo habitante de los Minimundos es bien sabido que el niño nacido en la noche de Otoño ,cuando su luna resplandezca en lo más alto del cielo como un espejo reflejándose en el estanque de los nenúfares y haciendo a su vez que estos se abran a su luz, ese niño será el guardián y protector de los animales y seres que habitan en los Minimundos.
Ese día nació nuestra pequeña, de pelo amarillo como los estambres de algunos nenúfares del estanque, al igual que su madre llamada Gracilia por su gran parecido al Gran nenúfar azul que corona el centro del estanque. Ambas, madre e hija ademas de compartir parecidos físicos, compartían un don que les hacía merecedoras de tan responsable cargo, eran capaces de intuir e interpretar todo lo que la madre naturaleza les quería decir.
Pese a su corta edad Florihontas sabía perfectamente que este dón se le había otorgado la noche de su nacimiento, que iba a ser la representante de todo animal ,planta o habitante de la aldea y que a ella recurrirían en caso de necesidad, eso sí haciéndoselo saber rápidamente al Gran Nenúfar Azul ya que sólo él sería el que daría su aprobación.
El sol ya se encontraba en lo más alto y la hora del almuerzo se hacía de esperar, pronto estará puesta la mesa y Florihontas traerá fresas frescas!!ummm...se relamía Dulce mientras pensaba en esas fresas, ya es la temporada y a los chicos les encantaba sentarse a la mesa y admirar esas tonalidades que desprendía la fruta.
El largo invierno ya terminó y el Sol y la Luna de Primavera ya habían dado la bienvenida a una nueva temporada.
Vamos chicos! ¿quién falta? dijo Margarita mientras Dulce y los demás miraban de un lado a otro a todo lo largo de la mesa. Quién iba a ser? dijo Dulce. Mi hermano! Siempre Piruleta llegará el último.
Y es que no hay nada mas confortable para Piruleta que después de haber hecho la entrega de gotas de rocío con Teo pararse al otro lado del estanque ,saborear esas pipas que le dan sus amigos los Girasoles y echarse esa pequeña siestecita ...Ayyyy es tan reconfortante el sonido del agua después de una larga mañana de trabajo. Eso pensaba Piruleta y es que nuestro personaje nació entre algodones y hasta sus amiguitos lo llaman perezoso.
Sentados todos incluido el más tardón se disponían a saborear esas frutas frescas que entre todos habían dejado en la mesa cuando...(continuará)

jueves, 2 de febrero de 2012

Erase que se era...

" En algún rincón de la imaginación... donde pocos ojos han sido capaces de admirar la belleza de un lugar donde la magia y la ilusión se respiran y se tocan, un lugar donde sólo corazones despiertos e inquietos son capaces de palpar en cada párrafo y en cada palabra la pureza y la luz de un Minimundo creado para liberar sonrisas apagadas, trazar las que nunca estuvieron y engrandecer las que se supieron quedar "

Erase que se era...

Aquel día las flores despertaron al igual que todos los días...llenas de luz, resplandecientes ante el sol, llenando todo el valle de colores y haciendo que el especial aroma que desprendían invadiese por completo la pequeña aldea donde la ilusión y la alegría eran permanentes.
A través de la ventana un pequeño rayo de luz dejaba iluminar la habitación donde Piruleta dormía. Poco a poco y a regañadientes se despertó. 
Al otro lado de la aldea para algunos habitantes el día había comenzado mucho antes y el pequeño poblado comenzaba a vivir un nuevo y maravilloso día.
¿Donde está Piruleta? se preguntaba como cada mañana Teo. Este chico nunca llegará a su hora!.Recoger las gotas de rocío no era tarea fácil para uno sólo y había que hacerlo antes de que el sol estuviera en lo más alto pues entonces se evaporarían y habría que esperar a la mañana siguiente. Teo aunque algo ya mayor tenía una fortaleza especial que dejaba perplejos a los más jóvenes de la aldea, todos querían ser como él. Tal vez por eso Piruleta encontró en él un ejemplo a seguir aunque dentro de él sabía que no era su fortaleza física la que admiraba si no su gran corazón y su gran sabiduría.
 Difícil de peinar ese pelo si nos levantamos tarde! le gritó Teo sin incorporarse del suelo al coger los cubos de debajo de la mesa, a lo que Piruleta pensó: como me ha visto, Teo tiene ojos en la espalda.
No tengo ojos en la espalda Piruleta, vamos o no cogeremos muchos cubos y hay que hacer el reparto antes del mediodía. Una vez mas y sin mediar palabra Piruleta no salía de su asombro con Teo. Minutos más tarde salían de la aldea hacia el bosque como cada mañana.
Mientras al otro lado de la aldea...(continuará)