Monika en el País de Los Minimundos

No se sabe ni la manera, ni el cómo ni el por que de vez en cuando en el País de Los Minimundos ocurren hechos sorprendentes. La ilusión es la puerta que separa lo irreal de lo real y la única llave que tienen los humanos para entrar en la aldea. Pero a veces sin ser ellos los que deciden ir ni ser los habitantes de Los Minimundos los que escogen al indicado suceden acontecimientos verdaderamente sorprendentes, tanto que ni el mismo Nenúfar Azul sabe dar explicación a lo que ocurre.
Monika como cada día en su mundo real, ese pintado en blanco y negro se disponía a meterse en su cama. Las cuatro paredes de su habitación y aquella pequeña pantalla eran para ella su puerta al exterior. Sobre su cama imágenes de sus ídolos le daban como cualquier otro día las buenas noches. De repente sobresaltada abrió sus ojos marrones y descubrió a su alrededor que ya no era su cama sobre la que estaba recostada. Una mullida y suave alfombra verde crecía sobre el suelo, un aroma a flores frescas, una inmensidad de tonalidades dibujaban su entorno y frente a ella un gran árbol mecía sus largas ramas repletas de pequeñas hojas. Era un sauce, era Buah. -Bienvenida a Los Minimundos- le dijo el viejo árbol. Monika no podía abrir más los ojos ,quería creer que estaba soñando y puso verdadero empeño en que nada ni nadie le hiciera despertar.
Buah moviendo una de sus largas ramas le indicó el camino. -Sigue el sendero Monika y llegarás-.
Monika sabía que para llegar a la aldea de Los Minimundos sólo existía un camino y ese era tal y como lo había imaginado. Pasito a pasito subió las pequeñas escalinatas de piedra que decoraban el camino, el murmullo del estanque al lado izquierdo y el Gran Nenúfar Azul saludaron a Monika.
-¡Bienvenida a la aldea!- exclamó el nenúfar, a lo que la pequeña cada vez mas sorprendida no daba crédito a lo que le estaba pasando.
De pronto entre los árboles del bosque se empezaron a escuchar risas y carcajadas de niños. Unos pequeños brazos abrazaron rápidamente a Monika tirándola contra el suelo y tapándole la boca. -¡No digas nada Monika si no Piruleta nos encontrará!- De reojo pudo comprobar que aquellas pequeñas manitas pertenecían a Margarita. Sin mediar palabra hizo lo que la pequeña le pidió.
-¡Un, Dos, Tres Florita te encontré!-gritó Piruleta tocando con su mano uno de los árboles del bosque.
En un momento ante los ojos de la pequeña Monika estaban todos los personajes de Los Minimundos. Florita, Florihontas, la pequeña Anais, Piruleta, Dulce, Marieta y Coco. No podía dejar de mirarlos, eran tal y como ella los había imaginado. Coco se acercó a ella y muy delicadamente puso una bonita flor rosa y amarilla sobre su oreja apartando su pelo rizado hacia un lado. Eran tal y como había imaginado, una gran sonrisa se dibujo en su carita y los chicos a la par le dijeron -¡Estamos muy contentos de que hayas venido! ¡De que hayas sido tú! y queremos que vuelvas cada vez que te apetezca y lo desees.-Monika contestó: - No sé como he venido- a lo que Florihontas añadió: Sólo tienes que creer y creyendo a veces ocurren estas cosas-.
La luz de la mañana entraba por la ventana y los ojitos de Monika comenzaron a abrirse.
Sentada en su cama empezó a recordar lo que había pasado y entre alegría y tristeza pensó que había tenido un bonito sueño y que le gustaría volver a reencontrarse con los chicos.

Buah

A partir de ese día la vida de Monika cambió y aquella niña en blanco y negro comenzó a utilizar mas colores ya que las tonalidades que pudo ver en su sueño le hicieron entender que hay mas tonos que los neutros. ¿ Un sueño?- Tal vez sí, tal vez no. Lo único que os puedo decir, es que cuando los pequeños pies de Monika tocaron el frío suelo de su habitación, una pequeña flor sonrosada y amarilla cayó desde su pelo al suelo.